De un tiempo a esta parte, estoy tremendamente preocupada por el poder que se está dando a los niños, o que estamos dando a nuestros propios hijos. 9 años después de convertirme en madre, estoy convencidísima que educar bien es lo más difícil que haré en esta vida.
¿Nos pasamos de estrictos o de permisivos? ¿Educamos en la amabilidad y generosidad, o por el contrario los hacemos competitivos y egocentristas? ¿Cuál es la manera correcta de hacerlo?
Es cierto que los tiempos evolucionan, y que como coloquialmente se dice, en nuestra época era diferente pero casi lo prefiero. Los niños de hoy en día están acostumbrados a que pueden hacer lo que quieran, porque nadie que no sean sus padres les pueden llamar la atención y me explico. Antes si un profesor te reñía, para tus padres era con motivo sí o sí. Si no estaban conformes en lugar de decírtelo, hablaban con él, pero nunca le quitaban la razón delante de ti.
El otro día escuché a un profesor llamar la atención a un niño, y éste decirle: «Que sepas que mi padre es abogado y te voy a denunciar» Esto mismo que pasa en un aula, en nuestros colegios, es frecuente en la calle en cualquier situación. No tienen miedo de enfrentarse a un adulto, con toda su chulería y siendo unos maleducados.
No hace mucho, unas chicas de unos 13 años cruzaron la calle por donde les pareció bien. Tuve que frenar el coche en seco, y bajando la ventanilla les dije que a 2 metros tenían un paso de cebra, que había tenido que parar el coche y que por ahí no podían cruzar. ¿Sabéis cuál fue su respuesta? «Y qué»
Estas situaciones se dan a diario, en la calle, colegios o comunidad de vecinos. Si se te ocurre llamar la atención a un niño, con razón, lo normal es que el padre de la criatura venga, no a disculparse por el comportamiento de su hijo, sino para decirte que no se te ocurra volver a llamarle la atención.
Tengo muy claro que soy la madre de mis hijas, y que con los años seré su amiga, pero no hoy por hoy. Hay grados, hay jerarquías y hay un respeto, además evidentemente de mucho amor y cariño. Pero si tú le dices a tu hijo de 5 años: «Pablo, macho, colega, que te dejas la mochila» lo más normal es que él en dos años, te llame tío, colega o algo parecido. El respeto empieza por respetarlos a ellos también, y enseñarles con nuestro propio ejemplo.
¿Dónde estamos dejando en la escala de valores la enseñanza del respeto, la educación y las buenas maneras? Os invito a reflexionar sobre este tema,a mirar a vuestro alrededor y observar sobre lo que está pasando con nuestros hijos. Educar no es fácil, pero es nuestra misión más importante